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El cuco, la ciguapa y otras fantasías: personajes clásicos de la mitología nacional s47d

Por: Ling Almánzar.- 684m42

En el mundo de la mitología dominicana hay personajes clásicos e inolvidables, que han habitado por décadas en la imaginación de generaciones con sus andanzas, poblando de leyendas a miles de dominicanos.

Entre esos personajes están la ciguapa, el galipote, el bacá, el cuco, Papa Liborio y Enrique Blanco, el barón del cementerio, entre otros. Empecemos con el primero: la ciguapa.

Ese personaje es un clásico de la mitología nacional. Desde temprana edad, a los niños se les habla de una mujer que tiene los pies al revés y que, por lo mismo, deja huellas inversas; la buscan, mas no la encuentran. La ciguapa anda por corrientes de agua, va por las orillas de los ríos, dando alaridos y embrujando a los hombres.

Tiene apariencia y silueta de mujer indígena. Para atraparla es necesario valerse de un perro blanco, siempre en noche de luna creciente. Esta leyenda data de muchos siglos, quizás de la época prehispánica…

Galipote 1p3n2k

Esta figura tiene poderes sobrenaturales, que le permiten transformarse y esconderse de sus perseguidores. Un hombre, por ejemplo, puede trocarse en un árbol, o en un tronco: así pasaría inadvertido de sus captores, burlándose de ellos. De este modo se escaparía de la persecución, evitando la captura, y usaría sus poderes para la maldad, estorbando el paso de los transeúntes, a fin de despistarlos.

Esta leyenda está muy viva, sobre todo, en el sur de la República. Sabe de magia negra, conjuros y hechizos que surten efectos mágicos y fabulosos.

Bacá 34m3h

Este viene siendo como un animal talismán o amuleto, en forma de gatito, toro, vaca, perro, que protege y da prosperidad a su propietario, luego de hacer un acuerdo con el demonio.

Predomina en la región sur, donde da bienestar económico y riqueza a sus poseedores, pero el amo tiene que entregar a un ser querido en sacrificio; y si no lo hace, perdería sus bienes y quebraría. Según la cultura popular, el bacá se empollaba en un huevo que era guardado bajo el brazo, o en la casa y el negocio.

El cuco 16e6j

El cuco es otro personaje clásico de la fantasía popular dominicana. A lo largo del tiempo ha asustado a montón de niños y niñas, siendo como un terror para la imaginación infantil de los pequeños. Los niños inquietos lo conocen muy bien: cuando no quieren dormir, escuchan canciones del cuco, y se van a la cama asustados, pensando en un monstruo: “Duérmete niño, / duérmete ya, / que viene el cuco, / y te comerá”, recuerda Jonathan De Óleo Ramos.

De España llegó esa leyenda viva del folclor infantil. Sin embargo, podría ser de factura local. En el siglo XVIII hubo en la isla un personaje misterioso, llamado “el negro incógnito” o el “comegente“, quien perpetraba fechorías a montón, en el Cibao. Tenía mala fama ese personaje. Decían que podía moverse rápidamente y transformarse en aire. Hasta un merenguero se hace llamar “El Kuko” o “El Kukito“.

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Olivorio Mateo, Papá Liborio, es leyenda y es héroe. Un personaje mítico y fabuloso, que dejó anécdotas y obró milagros por montón, en San Juan y más allá. A este curandero-guerrillero, nacionalista y campeón del sur, lo asesinaron en 1922. Los gringos de la ocupación militar se encargaron de él; lo hicieron trizas. Creyéndolo un gran estorbo, lo eliminaron y pasearon su cadáver en público, para poner fin a la leyenda.

Pero el culto sobrevivió: más puede la fantasía que el progreso. La gente siguió buscando la “agüita” milagrosa de Papá Liborio. Quería remedio para sus males, cura para sus dolencias, alivio para sus enfermedades. “¡Que salga el mal y entre el bien!”, decía, moviendo bruscamente un palo de piñón, ante el enfermo. Era su conjuro para obrar sanidad mediante sugestión.

Enrique Blanco 194g6c

Este fue otro personaje real, de campo. Legó su nombre a un famoso merengue, se perpetró en un cuentazo de Bosch y en otras creaciones literarias. Este rebelde se volvió un aventurero de pueblo, huyendo de las autoridades en el Cibao. Lo aniquilaron en 1936, después de intensas búsquedas. Era guardia, tuvo problemas y enganchó el uniforme. Su cadáver fue exhibido en la plaza pública de Moca, para escarmiento de los enemigos del régimen trujillista.

Había nacido en Santiago, el año de 1907. Unos lo consideran un vulgar bandolero que no llegó a ser un Pancho Villa. Dicen que mataba sin piedad y que cometía otras tropelías; y que, aunque no robaba, su sola presencia reclamaba el sudor de los demás. De hecho, recogía dinero para armar una “revolución”. Se creía que tenía resguardos y ensalmos que protegían su vida. Pero eso no valió cuando recibió un disparo mortal, propinado por él mismo o por Delfín Álvarez, que en esto la leyenda se hace oscura. Lo cierto es que en Moca murió, que Wilfrido Vargas lo inmortalizó en un merengue, y Bosch en un cuentazo.

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Es el primer difunto que es enterrado en un cementerio. Se identifica también con san Elías, llamado “el barón del cementerio” y líder de los guedés, esposo de Santa Marta y quien recibe ritos en el camposanto. Allí van a pedirle favores y a rendirle tributos, generalmente los lunes; recibe refrescos, flores, comida, monedas, velas y velones…

En la religiosidad popular, se cree que tiene la facultad de obrar milagros de curación y amor, dar prosperidad y bienestar a los que llevan esas ofrendas al cementerio. Si es mujer, se le llama “baronesa del cementerio“, que también recibe oraciones, ofrendas y rituales.

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